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Dios es el Dios de la paz. No habla ni opera más que en medio de la paz, no en la confusión ni en la agitación. Recordemos la experiencia del profeta Elias en el Horeb: Dios no estaba en el huracán, ni en el temblor de la tierra, ni en el fuego, ¡sino en el ligero y blando susurro (cf. 1 Re, 19)
Con frecuencia nos inquietamos y nos alteramos pretendiendo resolver todas las cosas por nosotros mismos, mientras que sería mucho más eficaz permanecer tranquilos bajo la mirada de Dios y dejar que Él actué en nosotros con su sabiduría y su poder infinitamente superiores. Porque así dice el Señor, el Santo de Israel: En la conversión y la quietud está vuestra salvación, y la quietud y la confianza serán vuestra fuerza, pero no habéis querido (Is 30, 15).
Bien entendido, nuestro discurso no es una invitación a la pereza o la inactividad. Es la invitación a actuar, a actuar mucho en ciertas ocasiones, pero bajo el impulso del Espíritu de Dios, que es un espíritu afable y sereno, y no en medio de ese espíritu de inquietud, de agitación y de excesiva precipitación que, con demasiada frecuencia, nos mueve. Ese celo, incluso por Dios, a menudo está mal clarificado. San Vicente de Paúl, la persona menos sospechosa de pereza que haya existido, decía: «El bien que Dios hace lo hace por El mismo, casi sin que nos demos cuenta. Hemos de ser más pasivos que activos».
Jacques Philippe. La paz interior
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7 DE SEPTIEMBRE JORNADA
DE ORACIÓN Y AYUNO POR LA PAZ COMO PARTICIPAR…
Herman@s unámonos en esta jornada de toda al Iglesia en comunión con el Papa para orar por la paz en Siria y Oriente en la víspera del nacimiento de la Madre de Dios. Participemos, en la medida de las posibilidades, en los eventos de las comunidades locales o en nuestro claustro interior o soledad orando y ayunando, sabiéndonos en unión fraterna por la comunión de los santos.
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EL AYUNO
“El mejor ayuno es el de pan y agua, si es posible los viernes. Solamente los enfermos están dispensados del ayuno. La paz, la curación de los enfermos, cualquier gracia para el cuerpo y el alma, son inasequibles sin oración y ayuno. El ayuno puede alejar las guerras. Oren y ayunen. No tengo más que decirles, porque con la oración y el ayuno ustedes lo pueden conseguir todo”.
(Mensaje de la Reina de la Paz, Medjugorje)
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada. Casada en su juventud, había vivido siete años con su marido, y luego quedó viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
(Lc 2, 36-37)
Les dijo: «Esta casta [de demonios] no puede ser expulsada sino con la oración y el ayuno.»
(Mc 9, 29)
–Hija mía, dile a tu confesor: “Si yo encuentro un alma, pura y pronta a hacer sacrificios, a través de ella yo puedo salvar no solamente un millar de almas, sino naciones enteras”.
–¡Hija mía! Yo salvé al mundo en la cruz. Yo di mi sangre por ti; tu confesor y tu maestra de novicias todavía no han derramado su sangre. No olvides que los sufrimientos son el precio de la tierra en la que Yo estoy preparando un futuro más feliz para tu país y para todo el mundo.
(Palabras de Jesús a Sor Natalia Magdolna)
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