El verdadero objetivo de la vida cristiana

[…] El verdadero objetivo de la vida cristiana

La plegaria, el ayuno, las vigilias y las otras prácticas cristianas, son aparentemente buenas en sí mismas, pero no constituyen el objetivo de la vida cristiana. El verdadero objetivo de la vida cristiana consiste en la adquisición del Espíritu Santo de Dios. En cuanto a la plegaria, el ayuno, las vigilias, la limosna y toda buena acción hecha en nombre de Cristo, no son más que medios para alcanzar la adquisición del Espíritu Santo.

En nombre de Cristo

Mientras que una sola buena acción hecha en nombre de Cristo puede procurarnos los frutos del Espíritu Santo, nada de lo que no fuera hecho en su Nombre, incluso el bien, podrá traernos recompensa alguna en el siglo futuro, ni en esta vida nos dará la gracia divina. Es por eso que el Señor Jesucristo decía:El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”(Lc. 11,23).

Por lo tanto, estamos obligados a la buena acción, a la “acumulación” o cosecha, ya que, aún cuando ella no hubiera sido realizada en Nombre de Cristo, permanecerá como buena. La Escritura dice: “Sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hch. 10,35).

El centurión Cornelio, que temía a Dios y actuaba según la justicia, fue visitado, mientras estaba orando, por un ángel del Señor que le dijo: “Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar, y cuando llegue, él te hablará” (Hch. 10,32).

En consecuencia, se observa que el Señor emplea sus medios divinos para permitir al hombre no estar privado, en la eternidad, de la recompensa que se le debe. Pero para obtenerla es necesario que, desde aquí abajo, él comience por creer en Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que descendió sobre la tierra para salvar a los pecadores, así como para adquirir la gracia del Espíritu Santo, que introduce en nuestros corazones el Reino de Dios y nos abre el camino de la beatitud del siglo futuro. Allí se detiene la satisfacción que procuran a Dios las buenas acciones que no son realizadas en el Nombre de Cristo. El Señor nos da los medios para perfeccionarlas. Al hombre corresponde aprovecharlos o no. Es por eso que el Señor dijo a los judíos: “Si fuerais ciegos, no tendríais, pecado; mas ahora, porque decís: ‘¡Vemos!’ vuestro pecado permanece” (Jn. 9,41).

Cuando un hombre como Cornelio, cuya obra no fue hecha en el Nombre de Cristo, pero que fue agradable a Dios, cree en Su Hijo, esta obra le es computada como hecha en Nombre de Cristo (Hechos cap. 10). En caso contrario, el hombre no tiene el derecho a quejarse de que el bien cumplido no le fue beneficioso. Esto no sucede jamás cuando una buena acción fue hecha en Nombre de Cristo, ya que el bien cumplido en Su Nombré aporta, no sólo una corona de gloria en el siglo futuro, sino que desde aquí abajo, lo llena al hombre de la gracia del Espíritu Santo, como se dijo: “Porque cuando habla aquel a quien Dios envió, es Dios mismo quien habla, ya que Dios le ha comunicado plenamente su Espíritu. El Padre ama al Hijo y le ha confiado todo” (Jn. 3,34-35).

 La adquisición del Espíritu Santo

En consecuencia, el verdadero objetivo de nuestra vida cristiana está en la adquisición de este Espíritu de Dios; en tanto que la plegaria, las vigilias, el ayuno, la limosna y las otras acciones virtuosas, hechas en Nombre de Cristo, no son sino medios para adquirirlo.

–¿Cómo la adquisición? –pregunté al Padre Serafín– no comprendo muy bien.

–La adquisición, es la misma cosa que la obtención. ¿Sabes qué es adquirir dinero? En relación al Espíritu Santo se trata de algo semejante. Para el común de las gentes, el objetivo de la vida consiste en la adquisición de dinero, de ganancia. Los nobles, además, desean obtener honores, signos de distinción y demás recompensas acordadas por los servicios rendidos al Estado. Pues bien, la adquisición del Espíritu Santo es también un capital, pero un capital eterno, dispensador de gracias, muy semejante a los capitales temporales, y que se obtiene por los mismos procedimientos. Nuestro Señor Jesucristo, Dios Hombre, compara nuestra vida a un mercado y nuestra actividad sobre la tierra a un comercio. El nos recomendó a todos : “Hagan negocio mientras regreso” (Lc. 19,12-13). Además dijo: Apresuraos para obtener bienes celestiales negociando las mercancías terrenales. Estas mercancías terrenales no son otras que las acciones virtuosas hechas en Nombre de Cristo y que nos aportan la gracia del Espíritu Santo.

[…]

-Extracto … «Conversaciones con Motovilov», de San Serafín de Sarov. Ver texto completo en el link del título-

¡Tarde te amé…! Agustin de Hipona

[…]

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y

he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y

deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti

aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serian . Llamaste y clamaste,

y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;

exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento

hambre y sed, me tocaste, y abraséme en tu paz.    [seguir leyendo aquí]

Extracto de «Las Confesiones» de S. Agustín.

Descarga la obra completa aquí

Citas y frases de S. Agustin

Vida de San Agustín

Video S. Agustin.  Vida y Obra

 

Edith Stein, Copatrona de Europa. Textos y film.

Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz O.C.D.

CAMINOS DEL SILENCIO

arriba, enlace a textos de Edith Stein, en mercaba.org

abajo pelicula inspirada en su vida, en ocho capitulos:

Orar con San Ignacio de Loyola

 

Tres propuestas para «Orar con San Ignacio»:

 

1 Lee como introducción el siguiente texto de la redjuvenilignaciana.org   -el Título es el enlace al texto, haz clic en el para ver-

ORAR CON SAN IGNACIO DE LOYOLA, de Pere Borràs, sj.

Oraciones de san Ignacio de Loyola

 

2. Meditar el  articulo que nos ayuda a prenetrar en el espíritu de la Oracion de S. Ignacio. Tomado de  la revista de las HERMANAS DE LA CRUZ  *  Número 6. Abril-Junio 2013,  que comienza tras el punto siguiente.

PARA HACER ORACIÓN: ALMA DE CRISTO (DE SAN IGNACIO DE LOYOLA)

Muchas personas de buena voluntad me preguntan cómo empezar a hacer oración, qué es lo que hay que hacer, como rezar. Para hablar de la oración, que tan importante es para la vida cristiana, lo podemos comparar con la cocina. ¿Cómo hcer unas lentejas? En primer lugar, para querer hacer lentejas, primero tengo que saber que existen las lentejas, y después haberlas probado, y no sólo, sino que además es necesario que me gusten, porque, por muy buenas que sean, si no encuentro el gusto, jamás apeteceré cocinar las lentejas, ¿No? Pues con la oración, igual. antes de ponerme, he tenido que ver cómo otros rezan, y al ver cómo disfrutan y sus vidas cambian, entonces, tendré la necesidad de ella, y al probar la oración, y gustar lo buena que es, entonces, desearé hacerla yo tambien. Así como venimos de una tradición hemos podido ver a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestros amigos o un sacerdote rezando (Qué importante es ver al sacerdote rezar!), y eso es lo que nos ha invitado a poner nuestro ánimo a rezar. Es como el acordarse de aquellas lentejas tan buenas, y decir ¿Cómo las haría? Y aquí es donde nos encontramos.

Lo que pretendo en este artículo es mostrar la grandeza de tradición verdaderamente cristiana. Del mismo modo que son un horror determinadas comidad modernas que aparentetemente son bonitas, pero que ni alimentan,  ni sacian y que ademas te jean el folsillo renqueando, últimamente está de moda, empezar a rezar con «recetas» de otras experiencias religiosas, como el Reiki, las Constelaciones Familiares, el Yoga, y otras de este tipo, que no acercan al Dios verdadero y que al final confunden, y hasta puede que nos dejen también con el bolsillo «tocado».

Por eso, vamos a cercarnos a la experiencia religiosa y orante de uino de los grandes de la espiritualidad cristiana, que ha dado muchos santos a la Iglesia, y que por eso, puede ayudarnos tamién a nosotros a santificarnos. San Ignacio de Loyola es uno de esos, es un enamorado de Jesucristo. Tras su conversión decidió dejar de ser un guerrero según el espíritu del mundo: la codicia, el poder, el dinero, etc. y comenzar a luchar para ganar almas para Dios. La espiritualidad de San Ignacio llegó a la Compañia de las Hermanas de la cruz a raíz de la relación de Madre -Santa Ángela de la Cruz, fundadora*–  con el P. Rodriguez Soto, que fue su director espiritual a lo largo de veinte años.

La oración que os propongo rezar conmigo se llama en latín: Anima Christi. Es una oración que nos invita a tener una conversación directa con el Señor Jesucristo. Es una de las grandes oraciones cristianas que recoge Santa ángela, precisamente para situar a sus hijas ante la presencia de Dios. Por tres veces al día, al menos, una Hermana de la Cruz debe repetir esta oración. Es un repaso por toda la vida de Jesús y los beneficios que nos puede dar. Es una oración preciosa, muy conocida y que os invito no sólo a leerla, sino a rezarla con tranquilidad. Lo primero que vamos a hacer es leerla lentamente:

Alma de Cristo

        Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
 

Una vez leída, vamos a intentar comprender y profundizar en ella. Además os dejo una pequeña pregunta que pueda ayudar a centrar la oración.

«Alma de Cristo, santificame»: El orante, San Ignacio, y también nosotros aspiramos a algo grande. Nuestra vida puede ser pequeña, aparentemente insulsa, como decía Santa Ángela a su confesor: «como una negrilla». sin embargo, lo que nos hace hombre y mujeres grandes, no es el dinero ni los bienes que pueda tener, ni los éxitos humanos que la hermana muerte se encargará de devaluar… Es la santidad. La santidad es lo que nos hace verdaderamente grandes. Y no podemos santificarnos sin el Alma de Cristo, sin el Hijo de Dios que entra en nosotros por el Bautismo y nos aferra por completo. Por eso, lo primero que pedimos a Cristo es que su Alma nos santifique. No le pedimos que sea con el menor coste para nosotros, no. Simplemente, le pedimos que sea como sea, que nos haga santos, que participemos de su divinidad, que no nos quedemos apegados al pecado, sino que nos rebelemos contra él. Decir «Alma de Cristo, santifícame» significa pornerse en sus manos. Y cuando el hombre lo suplica, Dios responde. Siempre responde, seguro no del modo que nos gustaría, pero Él  cumple siempre su parte. Así que rezar no nos va a dejar indiferente. Si tú le dices: «Alma de Cristo, santifícame», el Señor se lo va a tomar en serio, y va hacerlo, así que prepárate para la aventura más preciosa de la vida: la Santidad.

¿Quiero yo que me santifique el Alma de Cristo?

¿Me quiero tomar en serio la santidad en mi via?

Ramón Valdivia Giménez. Seminario de Sevilla

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3. Acceder  a algunas de las oraciones escritas por san Ignacio desde el siguiente enlace: Oraciones de san Ignacio de Loyola  

  

De todos los escritos, recopilamos cinco de sus más bellas oraciones.

Oración de entrega

(Especialmente recomendada para la oración matinal y para la acción de gracias tras comulgar.)

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.

Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.

Dadme Vuestro Amor y Gracia,
que éstas me bastan.
Amén.

Hacer oración

(Para antes de hacer un rato de oración mental)

Señor, de verdad deseo prepararme bien para
este momento, deseo profundamente que todo mi
ser esté atento y dispuesto para Ti.

Ayúdame a clarificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios…
Me preocupo por cosas que ni importan ni son
duraderas. Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy, en todo lo que intente
hacer, en mis encuentros, reflexiones, incluso
en las frustraciones y fallos
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello, haz que ponga mi vida en tus manos.

Señor, soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.

Señor, Tú me conoces

Señor, Tú me conoces mejor
de lo que yo me conozco a mí mismo.
Tu Espíritu empapa
todos los momentos de mi vida.

Gracias por tu gracia y por tu amor
que derramas sobre mí.
Gracias por tu constante y suave invitación
a que te deje entrar en mi vida.

Perdóname por las veces que he rehusado tu invitación,
y me he encerrado lejos de tu amor.

Ayúdame a que en este día venidero
reconozca tu presencia en mi vida,
para que me abra a Ti.
Para que Tú obres en mí,
para tu mayor gloria.

Amén.

Oracion para rezar en todo momento

Ayúdame a clarificar mis intenciones.
purifica mis sentimientos,
santifica mis pensamientos
y bendice mis esfuerzos,
para que todo en mi vida
sea de acuerdo a tu voluntad.

Tengo tantos deseos contradictorios…
Me preocupo por cosas
que ni importan ni son duraderas.
Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy,
en todo lo que intente hacer,
en mis encuentros, reflexiones,
incluso en las frustraciones y fallos,
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello,
haz que ponga mi vida en tus manos.

Señor, soy todo tuyo.
Haz de mí lo que Tú quieras.

Amén.

SANTA FAUSTINA. PELICULA COMPLETA

SANTA FAUSTINA

PELICULA COMPLETA

 

Fuente: SantaTeresitaRadio.com